Cáncer de Mama ¿Hasta Cuándo?

" Que los avances no se queden lejos de las mujeres"

Cada octubre vemos listones rosas, campañas y promesas. Y, sin embargo, demasiadas familias siguen viviendo la misma historia: una mujer que llega tarde al diagnóstico, tratamientos más duros y un vacío que no debería existir. El cáncer de mama no es un asunto lejano ni raro; es un problema que toca la puerta de cualquier hogar. En México, los datos recientes lo confirman: entre las mujeres mayores, el cáncer de mama es la principal causa de muerte por cáncer. Y aunque ya conocemos herramientas que salvan vidas, no todas pueden acceder a ellas a tiempo.

Hablemos claro, con palabras sencillas. El cáncer de mama se clasifica en etapas. Etapa 0 significa que las células anormales aún no invaden; es como una “alarma” dentro del conducto. Etapa I es un tumor pequeño, de hasta 2 centímetros, sin ganglios comprometidos, y suele tener muy buen pronóstico. Etapa II ya es mayor o con algunos ganglios en la axila. Etapa III es localmente avanzada: un tumor grande o con muchos ganglios, o que invade la piel o la pared del pecho; aquí entra el cáncer inflamatorio. Etapa IV significa que el cáncer viajó a otras partes del cuerpo —hueso, hígado, pulmón o cerebro— y necesita tratamiento de por vida. Entre más temprano detectemos, mejor.

El problema es que muchas mexicanas llegan tarde. Estudios clínicos nacionales muestran un patrón repetido: alrededor de la mitad de las pacientes se presenta con enfermedad localmente avanzada y hasta una de cada diez con metástasis. En un sistema ideal, la mayoría llegaría en etapas 0–IIA; en el nuestro, eso todavía no ocurre. La consecuencia es dura: cuando el diagnóstico se retrasa, la atención se vuelve más compleja, más costosa y más dolorosa para la mujer y para su familia.

¿Por qué seguimos llegando tarde? Porque faltan piezas clave del sistema. Primero, poca cobertura de tamizaje: muchas mujeres no tienen acceso regular a una mamografía de calidad, que es el estudio principal para detectar cambios antes de que se sientan al tacto. Segundo, capacidad insuficiente: hay pocas unidades, equipos descompuestos o largas listas de espera. Tercero, circuitos diagnósticos rotos: quien se hace un estudio no siempre recibe una cita rápida para confirmarlo con ultrasonido y biopsia con aguja, o no encuentra guía clara para llegar al oncólogo. Cuando el camino es largo y confuso, se pierde tiempo valioso.

La buena noticia es que no estamos a ciegas. Hoy tenemos avances concretos que, bien organizados, cambian la historia: 1) Diagnóstico oportuno y de calidad. Una mamografía bien hecha y comparada año con año, apoyada por ultrasonido cuando hace falta, y una biopsia con aguja para confirmar sin cirugía abierta. Esto ya existe en México y en Guanajuato; lo que falta es que sea temprano, cercano y confiable. Necesitamos reglas claras, metas medibles y supervisión.

2) Pruebas del tumor que guían el tratamiento. Saber si el cáncer responde a hormonas (ER, PR) o si expresa proteínas como HER2 permite dar terapias dirigidas y, en muchos casos, evitar quimioterapias innecesarias. Es medicina de precisión, puesta al servicio de la vida cotidiana. 3) Acompañamiento humano. La llamada “navegación de pacientes” consiste en un equipo que contacta, explica, agenda y acompaña. Parece simple, pero reduce demoras críticas y baja la ansiedad. Nadie debería enfrentar sola el laberinto de citas y ventanillas. 4) Prevención familiar cuando hay herencia. Si una mujer tiene una alteración genética como las de los genes BRCA, sus familiares pueden hacerse pruebas en cascada para detectar a tiempo o incluso prevenir. Es una herramienta poderosa que debemos acercar con información clara y consejería.

¿Qué nos toca hacer para que todo esto no se quede en el papel? Primero, poner datos sobre la mesa. Sin datos no hay mejoras. Urge un Registro Nacional de Cáncer que siga cada caso desde la sospecha hasta el resultado final, con indicadores de tiempos, calidad y supervivencia, y un apartado específico para la enfermedad metastásica. Con esa brújula sabremos dónde falta mamografía, dónde se detiene una biopsia y dónde están las esperas más largas. Segundo, garantizar financiamiento suficiente y sostenido. El cáncer no entiende de calendarios presupuestales. Se requiere un fondo que cubra de principio a fin: diagnóstico, cirugía, fármacos innovadores, radioterapia, rehabilitación, salud mental y cuidados paliativos. Nuestro reto no es inventar la solución, sino acercarla a todas. Tercero, cerrar brechas de acceso con soluciones cercanas: unidades móviles para comunidades alejadas; telemamografía para que especialistas interpreten estudios a distancia con buena calidad; y navegación para que nadie abandone por cansancio o falta de información. Esto ya funciona en varios lugares y puede adaptarse a nuestra realidad.

Nuestro compromiso es que ningún avance se quede lejos de las mujeres de Guanajuato ni de México.

Dr. Éctor Jaime Ramírez Barba October 10, 2025
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