"El ISSSTE en crisis, la atencion médica deficiente"
Hablar del ISSSTE es hablar de millones de mexicanas y mexicanos que, día tras día, esperan que el Estado cumpla la promesa de brindar servicios de salud dignos, oportunos y de calidad. Sin embargo, la realidad es que el ISSSTE enfrenta un reto mayúsculo: está desfinanciado de origen y opera en un sistema de salud fragmentado y profundamente desigual. Esto no solo limita su capacidad de cumplir con su mandato constitucional, sino que pone en riesgo el derecho a la salud de millones, especialmente en las regiones más pobres y marginadas del país.
Para entender la gravedad del problema, hay que partir de un dato contundente: el Seguro de Salud del ISSSTE nació de origen con déficit, una herida que aún no cierra. ¿Por qué? Porque las cuotas y aportaciones que se establecieron desde su fundación solo consideraron el costo de atender al trabajador titular, dejando fuera el costo real de atender también a sus familiares y, sobre todo, a los pensionados, quienes no están obligados a aportar para el Seguro de Salud. Así, desde el primer día, el ISSSTE ha tenido que hacer más con menos (o menos con cada vez menos).
Hoy, de cada 100 pesos que se gastan en salud en el ISSSTE, solo 19 provienen de las cuotas de los trabajadores. El resto, 81 pesos, los pone el Gobierno Federal de impuestos generales. Pero en el caso de los pensionados, la situación es aún más crítica: solo 3 centavos de cada peso gastado en su atención provienen de aportaciones, el resto lo cubre el erario público. Esta estructura es insostenible, sobre todo ante el acelerado envejecimiento de la población derechohabiente
El déficit financiero del ISSSTE se agrava año con año. Para 2025, se estima que el Seguro de Salud del ISSSTE tendrá un déficit de 13,743 millones de pesos; para 2026, el déficit crecerá a 16,767 millones, y en 2027 llegará a 19,907 millones de pesos. Aunque existen reservas financieras por casi 98 mil millones de pesos, estas se agotarán en 2030. Y si no se toman medidas de fondo, para 2050 el ISSSTE necesitará recursos adicionales por 134,714 millones de pesos solo para cubrir el déficit de su seguro de salud.
La razón de fondo es demográfica: en 2010 había 3.3 trabajadores activos por cada pensionado; para 2023, la proporción bajó a 2.3, y seguirá cayendo. Habrá menos trabajadores para financiar la atención de más pensionados, lo que implica que el Gobierno Federal tendrá que aumentar sus aportaciones extraordinarias a tasas de dos dígitos cada año.
El panorama se complica por la transición epidemiológica: cada vez hay más derechohabientes con enfermedades crónicas como diabetes, hipertensión y cáncer. Por ejemplo, solo en 2021, el ISSSTE atendió a más de 1 millón de personas con diabetes (casi el 10% de sus derechohabientes), con un costo de 5,590 millones de pesos; a 1.27 millones con hipertensión, con un gasto de casi 7 mil millones; y a casi 100 mil pacientes con cáncer, que costaron más de 7,300 millones de pesos. Y la esperanza de vida sigue aumentando, lo que significa más años de atención médica costosa.
El presupuesto del ISSSTE para 2024 fue de 76,362 millones de pesos, un recorte de 12.2% respecto a 2022. Más de la mitad se destina a nómina y otro 40% a materiales y suministros, dejando muy poco margen para inversiones en infraestructura, equipamiento o innovación. Además, en los últimos años, el presupuesto para atención a la salud y compra de medicamentos ha caído 34.8% y 16.9% respectivamente, mientras que los gastos administrativos han aumentado 53%.
El resultado es que el gasto per cápita en salud para un derechohabiente del ISSSTE es de apenas 11,112 pesos al año, menos de la mitad que el promedio de los países de la OCDE (67,045 pesos). Y si se compara con otros subsistemas, la desigualdad es brutal: un trabajador de Pemex tiene un gasto per cápita de 31,985 pesos, mientras que una persona atendida en IMSS-Bienestar recibe apenas 4,107 pesos. Así, el acceso y la calidad de los servicios dependen, literalmente, de la suerte de dónde y cómo trabaja cada persona.
¿Qué hacer? Rediseñar el esquema de financiamiento del ISSSTE para que sea suficiente, sostenible y justo, considerando el costo real de atender a trabajadores, pensionados y sus familias. Impulsar la integración efectiva del sistema de salud, con mecanismos de compensación y portabilidad de servicios entre instituciones, para que el acceso no dependa del tipo de empleo o del lugar de residencia. Fortalecer la infraestructura, el abasto de medicamentos y la formación de personal médico, especialmente en las regiones más rezagadas y; establecer convenios con el sector social y privado para disminuir los rezagos de atención médica.