Prediabetes, antesala silenciosa: Autocuidado con rumbo

Prediabetes no es sentencia: es una oportunidad real de autocuidado, detección oportuna y prevención con acompañamiento.

"Un gramo de prevención vale más que un kilo de curaBenjamín Franklin

La prediabetes se ha convertido en la “antesala silenciosa” de muchos problemas de salud en México, pero también en una gran ventana de oportunidad. Millones de personas están justo a tiempo de cambiar el rumbo: sin culpa y sin miedo, con información clara, acompañamiento y seguimiento periódico. No es solo “un poquito alta” la glucosa (azúcar en sangre). Es una etapa en la que aumenta el riesgo de diabetes tipo 2, enfermedad cardiovascular y, con el tiempo, algunos cánceres. Estudios con grandes poblaciones seguidas durante años muestran que muchas personas permanecen largo tiempo en esta fase intermedia: hay margen para intervenir si se detecta temprano.

Piense en ella como un semáforo amarillo. El cuerpo no necesita regaños; necesita apoyo para recuperar el equilibrio. Moverse más, mejorar la alimentación, dejar de fumar y atender peso, presión y colesterol puede reducir de forma importante la probabilidad de progresar a diabetes y, de paso, disminuir riesgos futuros.

En México el reto es enorme. La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición estima que alrededor de 22 de cada 100 adultos viven con prediabetes: entre 17 y 22 millones de personas. En casi cualquier familia hay alguien en esta condición, muchas veces sin saberlo. Por eso es urgente ampliar el tamizaje y el acceso a pruebas sencillas: glucosa en ayuno y HbA1c (hemoglobina glucosilada).

Los rangos clínicos más usados son bien conocidos: glucosa en ayuno de 100 a 125 mg/dL y/o HbA1c de 5.7 a 6.4%; también cuenta la alteración de la glucosa en una prueba oral de tolerancia. Estos números sirven para identificar riesgo y ofrecer programas intensivos de estilo de vida y, en casos seleccionados, prevención farmacológica.

El riesgo casi nunca viene solo. Cuando aparece prediabetes, conviene revisar el “paquete completo”: cintura, presión arterial, perfil de grasas, tabaquismo y antecedentes familiares. Un análisis reciente, con más de 328 mil personas seguidas cerca de 20 años, lo deja claro: el verdadero enemigo no es una cifra aislada, sino el paso del tiempo sin cambios sostenidos y sin control de factores de riesgo.

Aquí entra el autocuidado, pero entendido con realismo. No todas las personas tienen tiempo, dinero o espacios seguros para caminar; no todas pueden elegir comida fresca cada semana. Para millones, lo más barato suele ser lo de menor calidad, y el estrés económico consume energía. Aun así, el autocuidado puede ser poderoso cuando se plantea como estrategia posible, paso a paso, y como alianza entre la persona, su familia y el sistema de salud. Medirse no es obsesionarse; es tomar control con serenidad. Y pedir ayuda también cuenta.

En lo individual, lo pequeño suele ser lo que se sostiene. Caminar 10 a 15 minutos adicionales al día; cambiar refresco por agua simple la mayoría de las veces; moverse después de comer; sumar verduras cuando sea posible; dormir un poco mejor; y acudir a chequeos periódicos. No es perfección: es constancia.

Si usted tiene riesgo o ya recibió el aviso de “glucosa limítrofe”, puede empezar con decisiones concretas: Pida glucosa en ayuno y, si se puede, HbA1c cada 1–2 años si hay sobrepeso/obesidad, antecedentes familiares o cifras previas elevadas. Reduzca gradualmente bebidas azucaradas y ultraprocesados; sustituya por agua y opciones frescas cuando el bolsillo y el entorno lo permitan. Busque apoyo: orientación nutricional en centros de salud, programas comunitarios y redes familiares o de amistades. Evite el tabaco: suma riesgo cardiovascular y se asocia con varios cánceres. Si hay hipertensión o colesterol alto, trátelos: el autocuidado también es adherencia.

Pero el autocuidado no debería pelearse solo. Necesitamos entornos que lo hagan posible: agua potable en escuelas y centros de trabajo, espacios públicos seguros para actividad física y prevención desde la atención primaria.

Una invitación, no una amenaza. La magnitud del problema impresiona, pero también revela cuántas historias aún pueden reescribirse. Si en su familia hay diabetes, si le han dicho que su glucosa está “un poco alta” o si últimamente se siente más cansado, use esta columna como pretexto para hacerse una prueba y hablar del tema en casa. No se trata de vivir con miedo, sino con información; no de esperar a enfermar, sino de cuidarse a tiempo para que la prediabetes sea un punto de inflexión y no el inicio silencioso de una historia que pudo escribirse distinto.






Dr. Éctor Jaime Ramírez Barba 13 de diciembre de 2025
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