Transformación Digital en Ensayos Clínicos.

"La inteligencia artificial no reemplazará a los médicos, pero los médicos que la utilicen reemplazarán a los que no lo hagan". Eric Topolnes

Imagínese un futuro cercano donde un paciente en una comunidad rural participe en un ensayo clínico sin salir de su casa, gracias a monitores portátiles y consultas por videollamada. O donde desarrollar un nuevo medicamento ya no tome una década porque la inteligencia artificial (IA) analiza millones de datos en minutos para encontrar moléculas prometedoras. No es ciencia ficción; es la revolución que la transformación digital está impulsando en el mundo de la salud. Y en México, esta transformación se ha vuelto una necesidad impostergable para no quedarnos atrás.

Primero, aclaremos los conceptos. A veces se usan indistintamente términos como digitización, digitalización y transformación digital, pero no son lo mismo. En pocas palabras "Digitización" se refiere a convertir información analógica en digital – por ejemplo, pasar un expediente médico de papel a un archivo PDF. Es el primer paso, donde documentos y datos físicos se vuelven datos digitales manipulables por computadora.

"Digitalización", en cambio, es utilizar la tecnología para mejorar o redefinir procesos tradicionales. Esto implica automatizar tareas antes manuales, agilizar trámites o usar herramientas electrónicas en la práctica médica cotidiana. Gracias a la digitalización, los datos ya en formato digital se aprovechan para transformar procesos: un ejemplo es implementar un sistema electrónico de citas en lugar de agendas en papel.

"Transformación digital" es un concepto más amplio: significa integrar las tecnologías digitales en todas las áreas de una organización, cambiando de fondo cómo opera y cómo entrega valor. En salud, una transformación digital implica repensar todo el modelo de atención con base en las posibilidades que brindan las nuevas tecnologías, desde la prevención hasta el seguimiento de pacientes, pasando por la investigación y la gestión administrativa.

Dicho de otra forma, la transformación digital es un proceso cultural y estratégico además de tecnológico. No se trata solo de comprar computadoras o software, sino de rediseñar el sistema de salud para la era digital, rompiendo el molde tradicional.

La vida cotidiana ya es testigo de los beneficios de lo digital: desde banca electrónica hasta comercio en línea, pasando por teléfonos inteligentes y aplicaciones que simplifican tareas diarias. En el campo de la salud y particularmente en la investigación clínica, esta revolución digital está en marcha y acelerando.

De acuerdo con un reporte de Natalia Kotchie y colaboradores titulado "Transformación Digital, una nueva era para los ensayos clinicos" por IQVIA, compañía multinacional líder a nivel mundial que ofrece servicios de analítica avanzada, soluciones tecnológicas e investigación clínica para la industria de las ciencias de la vida y el sector salud, la creciente complejidad de los ensayos clínicos ha hecho más difícil su conducción con métodos tradicionales, pero las herramientas digitales están cambiando el juego.

La transformación digital –que incluye la digitización de datos, la automatización de procesos y el uso de IA/Machine Learning– mejora la eficiencia de los ensayos, enriquece la experiencia de los pacientes participantes y desbloquea información crucial para la ciencia.

En el reporte se destacan varias tendencias tecnológicas clave que ya están revolucionando el desarrollo de fármacos y la atención médica: El análisis de datos en tiempo real permite a investigadores y médicos tomar decisiones informadas más pronto, acelerando cada etapa del ensayo clínico. La IA y la analítica avanzada se usan desde la identificación de nuevos compuestos hasta el diseño del protocolo de estudio.

A la par, los ensayos se hacen más humanos: se incorporan telemedicina, dispositivos portátiles (wearables), sensores y apps para monitorear al participante en su vida diaria, reduciendo las visitas innecesarias al hospital y la carga tanto para el paciente como para el centro de investigación. Esto abre la puerta a ensayos clínicos descentralizados, donde la geografía deja de ser barrera y el paciente puede contribuir desde su hogar o comunidad.

El uso de herramientas digitales permite capturar datos de forma remota y continua. Desde la historia clínica electrónica hasta diarios electrónicos de paciente (ePRO, por sus siglas en inglés) para reportar síntomas, la información fluye a centros de datos donde puede ser revisada en tiempo real. Además, la monitorización centralizada de esos datos ayuda a detectar más rápido cualquier señal de alerta o necesidad de ajuste en el estudio.

Muchas tareas rutinarias de un ensayo (llenado de formularios, seguimiento de adherencia, reporte de eventos) hoy pueden automatizarse, reduciendo errores y liberando tiempo para labores de mayor valor. Por ejemplo, sistemas inteligentes ya revisan datos clínicos para identificar riesgos tempranos, y algoritmos colaborativos ayudan a los investigadores en el análisis de resultados.

Continuaré la semana entrante comentando de los ecosistemas de datos operables, del diplomado que estamos dando en la UNAM de IA-Salud y los avances que México está dando en los ensayos clínicos.

Quizá uno de los cambios más trascendentes de la transformación digital es que la información deja de vivir en silos. La integración de sistemas y el uso de plataformas en la nube permiten que patrocinadores de estudios, investigadores, autoridades regulatorias y centros clínicos compartan datos en tiempo (casi) real. Con estándares comunes y modelos de datos armonizados se optimizan los flujos de trabajo, se reduce la duplicación de esfuerzos y se fortalece la supervisión de los ensayos. Esto es crucial: un sistema de salud digital debe comportarse como una red interconectada, no como un archipiélago de islas tecnológicas aisladas.

En términos contundentes, estimados lectores, el reporte de Natalia Kotchie en IQVIA subraya que las empresas farmacéuticas que adoptan modelos digitales nativos superan de manera consistente a las organizaciones tradicionales en generación de valor y eficiencia operativa. La digitalización ya no es una moda aspiracional; es una condición de supervivencia competitiva en el mercado global de la investigación clínica. México llega a este punto con una oportunidad histórica. La Plataforma Digital de Investigación y Ensayos Clínicos (DIGIPRIS) de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (COFEPRIS) representa mucho más que un reemplazo tecnológico: es la puerta de entrada a una nueva era de investigación que podría reposicionar al país como actor relevante en el desarrollo de terapias innovadoras. Si la aprovechamos bien, DIGIPRIS puede ser el andamiaje sobre el cual escale todo nuestro ecosistema clínico- regulatorio.

El potencial económico es enorme. Según la Asociación Mexicana de Industrias de Investigación Farmacéutica (AMIIF), México capta hoy alrededor de 200 millones de dólares al año en investigación clínica, cuando tendría condiciones para multiplicar esa cifra por diez. Paradójicamente, ocupamos apenas el lugar 29 a nivel mundial en investigación clínica, a pesar de ser la 15ª economía global y contar con un mercado de más de 130 millones de habitantes: diversidad genética, carga de enfermedad compleja y costos competitivos… los ingredientes están, falta la mezcla.

Datos oficiales señalan que la plataforma DIGIPRIS ha reducido hasta en 75% los tiempos de evaluación de protocolos: de procesos que podían tardar 255 días se estaría transitando a esquemas que prometen resoluciones en 45 días naturales. De confirmarse de forma sostenida, México se acercaría a los estándares de las agencias más ágiles, algunas de las cuales evalúan protocolos en alrededor de 30 días. Acelerar sin sacrificar la calidad regulatoria es el arte que debemos dominar.

La innovación digital no se limita al trámite. Hay evidencia de que los fármacos diseñados con apoyo de inteligencia artificial (IA) muestran tasas de éxito en fase I del 80-90%, comparadas con rangos de 55-65% en aproximaciones más tradicionales. El inventor mexicano Manuel Gutiérrez-Novelo ha señalado que “México tiene la tecnología y el talento necesarios para implementar estas innovaciones en IA y estar a la altura de las necesidades del sistema de salud global”. Coincido: capital humano hay; necesitamos escalar la adopción.

Desde la Fundación Mexicana para la Salud (FUNSALUD) hemos emprendido un diplomado en inteligencia artificial aplicada a la salud para capacitar a médicas, médicos y otros profesionales. Tres generaciones han egresado ya. El objetivo: cerrar brechas de conocimiento y democratizar el acceso a herramientas avanzadas, especialmente en comunidades rurales y zonas históricamente desatendidas.

La telemedicina es otro pilar en construcción. Datos de Bupa México indican que 54% de las personas usuarias de internet conoce los servicios de consulta médica en línea, pero solo 15% los ha utilizado. Esa distancia entre conocimiento y adopción revela una oportunidad gigantesca: acercar servicios especializados sin el costo de viajes, traslados o ausencias laborales, y complementar la atención presencial en redes integradas de referencia.

El Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) reporta haber desarrollado el segundo expediente clínico electrónico más grande del mundo, con 53.7 millones de registros acumulados. El sistema alberga siete años de historia clínica: 722 millones de notas médicas, 1,796 millones de recetas y 1,186 millones de estudios de laboratorio. Escalar la Interoperabilidad de este acervo —con protocolos de seguridad, gobernanza de datos y consentimiento informado— sería un parteaguas nacional. 

La visión de fondo es ambiciosa: construir un sistema universal en el que cualquier paciente pueda acceder a su historial médico completo desde cualquier hospital público o privado del país. Esa interoperabilidad no es un lujo tecnológico; es la base para continuidad asistencial, investigación traslacional, farmacovigilancia en tiempo real y evaluación de resultados en salud.

Una investigación clínica más robusta, apoyada en plataformas digitales interoperables, podría multiplicar el potencial de México para convertirse en hub regional. La ventana está abierta; aprovecharla depende de los legisladores de Morena, para dictaminar las reformas a la Ley General de salud que en transformación digital hemos presentado.

Dr. Éctor Jaime Ramírez Barba 19 de julio de 2025
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